La importancia de los buenos hábitos de alimentación

Ana Cepeda Abad
Ana Cepeda Abad
Dietista - Nutricionista Especialista en Coaching Nutricional Nutrición Clínica Máster en cineantropometría y Nutrición deportiva Colegiada CV 00141

 

Una correcta alimentación influye directamente en nuestra salud y la de nuestros hijos.
¿Le preocupa la salud de su familia? Está en sus manos evitar futuros problemas de salud y enfermedades derivadas de una mala práctica alimentaria.
Los hábitos de alimentación que se adquieren en la infancia y persisten en la adolescencia son difícilmente modificables en la edad adulta.
Los pequeños tienden a imitar y adquirir los hábitos de alimentación de sus padres y hermanos. Por ello es importante, dar ejemplo. Ofrecer a nuestros niños un menú sano y variado. Excluyendo (sobre todo en casa), la compra, preparación o consumo de productos superfluos como pueden ser bollería y pasteles (aunque sean caseros).
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Una despensa repleta de patatas fritas, bollería, galletas, refrescos azucarados… es una fuente de Kcal vacías para toda la familia.

Respecto a la práctica culinaria, tiene vital importancia cuidar los ingredientes añadidos y forma de preparación.
Los fritos se tomarán de vez en cuando, 1-2 veces/semana. Ésta es una buena técnica de cocción para aquellos alimentos que cuestan más de comer en casa como el pescado o las verduras… La grasa por excelencia será siempre el aceite de oliva, tanto en crudo como en el cocinado.
Muchas veces convertimos un plato o alimento sano, en uno insano por todo los que añadimos.
Por ejemplo, un plato de espaguetis integrales es una comida estupenda, excepto si nuestra forma habitual de cocinarla es con beicon, nata y queso, entonces deja de serlo. Esto es un plato que se debe de tomar de vez en cuando, pero no como norma general.
O las legumbres, alimentos sanísimos que quedan “ensuciados” por el exceso de derivados cárnicos añadidos en forma de morcilla, chorizo, tocino…

Esto no quiere decir que un sábado por la noche no podamos comer una pizza o que tengamos que renunciar al cocido que prepara “la abuela”, ni mucho menos. Se trata de ser coherente. Si una semana hemos tomado algún plato fuerte, intentaremos que el resto esté elaborado con productos más sanos. Si paseando por el supermercado nuestro hijo nos pide un bollo, podemos comprarlo pero el esto de la semana pondremos a su alcance meriendas más sanas (fruta troceada, frutos secos, tostadas con queso fresco…)

Es fácil, practica buenos hábitos en casa y su familia aprenderá sin darse cuenta 🙂

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